martes, 12 de marzo de 2013

El camino que está por venir

Once upon on time, o Érase una vez en español. Así suelen empezar esas historias de niños. De pequeño creemos todo lo que se nos cuenta. Todo tiene ese prometido 'final feliz' que se nos ha trasmitido e inculcado por nuestros padres o abuelos.  Pero un día crecemos, vemos que todo no es como se nos ha contado. ¿Que significado tiene engañar al iluso con esos momentos felices que dicen que vendrán, pero que nunca estarán aquí? Pues la verdad es que, a pesar de que todo no es como lo esperamos, esos finales nos ayudan a vivir día a día. Crean en nosotros una especie de esperanza por algo mejor, nos ayudan a levantarnos y a perseguir ese sueño que desde pequeño hemos querido. Si de verdad tuviéramos que describir y resumir todos esos sentimientos en una frase, sería algo como así: La imaginación es la única manera de llegar a la felicidad plena. La infancia nos ha enseñado que la energía que mueve el mundo es esa gran imaginación. Rompe las barreras de lo imposible y convierte lo más insignificante en lo más grande. Todo es posible. A medida que crecemos perdemos esa imaginación, la razón poco a poco va ocupando ese vacío que deja. Nos convertimos en adultos. Nuestro mundo deja de existir para dar paso a otro planeta devastado por las preocupaciones, las amarguras, los sentimientos, los deseos... No hay marcha atrás, todo va hacia adelante. Andamos por un  estrecho camino al borde del abismo. Un paso en falso y la caída será grande. Buscamos ese final del trayecto, donde está la llamada tierra prometida. Avanzamos, pero siempre vemos lo mismo. Miramos atrás, intentamos recordar esos momentos en los que nos encontrábamos tirados en un campo verde sin mayor preocupación. Lo único importante era el pasárselo bien y ser feliz. A veces, en ese mundo de imaginación se creaban agujeros de tristeza, pero rápidamente llegaba ese ejército de amigos que, sin pedir nada a cambio, te ayudaban a llenarlo de sonrisas. Bache relleno y superado. Ahora nada, por mucho que intentas suplir ese vacío que encuentras en el camino, nada es lo bastante grande que consigue reparar el daño. Ves que no hay final, a veces te das por vencido, y piensas en saltar al vacío y acabar con ese sufrimiento. Pero un recuerdo de felicidad consigue ponerte en marcha otra vez. Sigues avanzando, pensando, sin mirar atrás, que estás a punto de llegar. Hay momentos en que la marcha te da un respiro, encuentras algo parecido a esa tierra prometida, pero son solo espejismos que pronto desvanecerán. Volverás a quedar como en el principio, solo y con los recuerdos. Años más tarde cansado del camino, con experiencias que te han ayudado a salvar los obstáculos, ves que ha llegado la hora, es el fin de los fines. Vuelves a pensar en la infancia y te preguntas ¿y ese final? ¿dónde está? . No hay respuesta. Solo un silencio aterrador. Llegas al punto y final de tu vida. Pero te das cuenta que siempre has tenido un apoyo, que siempre has pensado en ese paraíso que inventamos, solamente has caminado para llegar a él. Te reconforta saber que al menos siempre has tenido esperanza, y que pase lo que pase nunca te olvidó. Siempre estuvo ahí, levantándote a cada momento de debilidad y en esos instantes en los que nada tiene sentido. La vida, es dura, pero teniendo esperanza podemos hacer que, todo eso que nos puede destruir, desaparezca, o al menos no termine con nosotros.  Recorre el camino de la vida, pero siempre sin perder la esperanza, ella te hace existir.

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